lunes, 3 de enero de 2011

CRÁNEO EXILIO (1993)
GREGORIO OJER









Tus caderas de Titanio


No puedes hablar
Si el árbol del verano
Se quedó con tus huellas
Tampoco,¿recuerdas?, debes de abrir
El espacio que intentó deletrear
El que rompía las lámparas
De la noche
Dispersa la adivinación
Se desvaneció en Lisboa
Y la imagen de tus pies
Succionando otras rodillas
Me martilleaba ¿recuerdas?
Los zapatos roídos por un diccionario
De filosofía


































El tiempo en sus piernas



Yo pensé
Estará ahí
De pie

Desnuda

Sus ojos serán sus ojos
Como siempre
Pensé
Y alrededor de su cuello
Girará el mundo
Liso y llanamente
También pensé
Que tu mano
Fue mi pierna
Y que la cabeza
Que circundaba
El tiempo abrió
La soledad de otro nombre





























Ruinas acabadas



Cuando las hormigas
Cubrían tu espalda
Me abandoné al sueño
De una tierra húmeda
La piel blanca que recorría
Dibujaba el trapecio
Del torrente y el cielo
Un cielo plagado de estrellas
Y en cada estrella una hormiga
Acariciando tu boca de arena
Y en cada rechazo de tu lengua
El perfil de la luna ahogada
En el vuelo que libera tu espalda
Y ese sueño de cuchillas
Y ruinas acabadas

































El rosal en la arena



Tomé el pulso a las horas
Y enfrenté tu rostro
Al calor de mi sangre
¿Y la semilla que germinó
En tu desdicha?
¿Y los pétalos mecidos
En la noche de tu espina?
Sólo dibujé el vacío en tu boca
Cuando el surco del sol
Grabó la rosa del exilio


































Suicidas



Enero en el horizonte
Y los días golpeando
El nombre de la mujer
Pensé en el camino
Abierto hombro con hombro
En la roca del espejo
También en los tiempos
Que quemé entre el sentido
Y unos cuantos libros
En la orilla del Sena





































Figuraciones


Vuelo
Dentro del dolor
Un cuerpo descompuesto
Un cuerpo mirando la
Pared
Blanca que figuraba
Entre el atractivo de
Un hueco desnudo
Y el tejido de la piel
La mirada embriagada
Si estuviera dentro
Sería desolador: un campo
De minas
Una guerra no declarada
Un éxodo hacia lo inconmensurable.
Si estuvieras dentro de mi sangre
Dedicaría el abrazo al atuendo
De mi espejismo

























Piazza de San Marcos




La tormenta de armónicos
Y el acomodo de la celosía
Dentro de los signos
De renuncia
La hiedra cubría el falso murete
De separación
Tú amenazadora recogías la tierra
Y la enterrabas en mis manos
De cristal
Venecia trazó un canal entre tus piernas
Y el agua se escondió esa mañana
Entre mi fuego y tu almohada

































La gran ciudad




El encendido de farolas
Martilleando las sombras del asfalto
La liberación de la luz sobre la multitud
Luces de neón y máscaras pegadas
En las puertas de las iglesias
Y un grito ¡ la ciudad ha muerto!
Aparecen los transeúntes detrás del decorado
Confundiendo a los verdaderos actores
El público recoge sus entradas
Y poco a poco van tomando asiento
Cuando un africano entra en la confitería
Y pide explicaciones al tendero:
¿por qué en la vieja Europa
se encuentran los mejores maestros
de la muerte?
¿por qué los alfileres escriben en los cuerpos
de los que no creen?
¿por qué Giordano Bruno
fue ejecutado por los travestidos del imperio?
En las largas noches de los fanáticos
Las hogueras consensuan la voluptuosidad
Con la aguja de unos labios
Que anónimamente escriben el alimento
De los que vendrán






















Los vencidos






Vivió dos vidas
Y murió tres
Así volvieron frágiles
Los vencidos
También los que no dijeron palabra
Sobre los cimientos
De los que paseaban
Sé que la sangre fue
Derramada no por los Nobles
Sino por el poder
De los que fueron capaces
De mirar los huesos de los vencidos






























Cabeza de caballo
Cerca de vitugudino




El árbol sombreando
El camino de tus pies
Diamante violeta entre Zamora
Y los arribes del Duero
El suelo embarazado de ovejas
Y pinchos morunos
Penosamente deletrear el pan de hogaza
Chorizo castellano y jamón extremeño
La luz se la damos a euzcadi
Sobre un triple salto mortal
De aguas energéticas
Y sordos acompañando la procesión
Del cerdo y la farmacia
Y entonces reconocer la codeína
En el infinito de mis dedos
Sobre una fuga de Bach





























Insondable



Morir en los brazos de un ejercito
Rebaños de espaldas
Y henil en la aguja de mi padre
Castrado
Tapizaré el grito de sinónimos
Pacíficos y ofreceré a los que no murieron
El intentó de terminar el sol
Sobre la corteza infinita
De las hojas de este otoño.




































Derramar





Araña tejiendo
La boca de mi amada
Teje el hilo
De su carne
Y vuelve a tejer
El hilo de la muerte
El sabor de la piel
Y el desprecio de una víctima
Cuando los aledaños del derrumbe
Sucumben ante la necesidad
De negociar la víctima.
Derramar y arrastrar
El puesto del rostro
También el cielo de la sed
Y el nacimiento de una estrella salvaje
Dentro de tu espina





























Topografía





Y el tiempo semejante
A un tiempo cansado
Y repetitivo
Y la semejanza
De la adivinanza
De un cuerpo ligado
A orejas y bocas zurcidas
A la corteza de un murmullo
Sin raíces ni ruidos
Geodésicos


































Aturdimiento







También escuchar la vida
Y los latidos
Que naufragan en lo convexo
De la vida
Respirar
Y escribir el estribillo
De lo húmedo en las narices
Del grito





































Desesperanza





Observa el cielo
Y el avance de los que no creemos
También de los que somos
Humanidad:
Solamente cuerpos adivinando
Qué poder acabará con
Nuestras identidades





































Las espinas de la jerarquía






Bajó el intermediario de todos los sucesos del hombre
Solamente abrió la puerta y se encontró a la mujer:
Su compañero



































Tuve un amigo...


Tuve un amigo que se clavo
Una espina en las nalgas
Y fue dolor de autoridad
Una pequeña elevación
De la talla tapizada
De penes erectos
Y religiones monoteístas.
El espejo de la crueldad
La forja de la tortura
Y los ojos que descubrieron
Dos mil años de crímenes
Anunciados.



































Cuando bajé los párpados





La piel en la carretera
El viento
Sopesando los miembros
Despavoridos
En las cenizas
Del paisaje
Prisioneros del tiempo
Y la velocidad
Arrancando otro tiempo
Vivido fuera de nuestras vidas
Humo sin fuego
Pasión de muros y cielos
Exiliados
También a veces
De cabezas separadas
De los pensamientos
Y del placer
De una rodilla
En mi boca

Es la flor del olvido
Que recuerda
Que la sangre
Que crece dentro
De las piedras
Es la misma que recorre
Mis pupilas
Dormía sobre tu cuerpo desnudo
Y el infinito era una taza rota
En nuestros labios
Cuando la lámpara
Recorría la luz sembrada
Por tu boca
Y mi espacio cómplice













Yo soy tú




Un dedo en el espacio
Un espacio dentro de mi dedo
Una mano apoyada en la piel
Y la piel sembrando cuerpos

Una boca respirando el tiempo
Una vida deletreando la luz
Y el tiempo sin luz
Sembrando pieles sin cuerpo

Los hombre sin sueños
Acabaron con el montaje
De la materia
Los hombre insomnes
Llenaron de sombras
Nuestra imaginación

Un dedo en el espacio
Una boca respirando tiempo
Y dos cuerpos sembrando
De luz la materia.























La pequeña serpiente






El abismo de la luz
La velocidad de los que se fueron
Retardé el mordisco
Al tiempo
Cuando se apagaron las antorchas
De la muerte
Podría hablar siempre del fuego
Que agrietó nuestro cuerpo
Compartido
Repetir nuestro nombre hasta la desaparición
Pero es hoy cuando mi memoria graba en la tuya
El quehacer de años descubiertos
En las alas del infinito




























La onda de la herida





El teatro del amor
Y la estrella del ciego
Los párpados clavados
En la hierba de cristal
El rayo de agua
Soslayando las páginas
De una temporada en el infierno.
Entonces jugaba con los vínculos
De Locura y Soledad
Y las orillas eran himnos
A tus pies húmedos






























“el espejo es, por cierto, una piedra de toque”. Jünger. Acercamientos








La aguja del espejo




La onda de la herida
Redujo el ojo en el paisaje
Probabas las huellas
Amasadas por las tormentas
Del último secreto
Guardado dentro de la aguja
Del espejo

































El círculo



La aguja del espejo
Y el pelo enredado en la imagen
El reflejo del azar
Remarcando el espacio
Entre el cielo y la tierra
Dormiré a la luz de la lámpara
Del mediodía
Como la ebriedad en el sueño
Como la soledad en el olvido



































“nosotros esperamos siempre todo lo bueno –dijo-“.Italo Calvino. El vizconde Demeidado



Tiempo ovalado





El techo de tu pie
Se comió mi boca decapitada
La sordera de mis ojos
Bailó tu pelo suelto
En el sueño dibujado
De mi sed confusa.

El lago que caminamos
Entre el mar
Y ese libro abierto
Que abría tu cuerpo
Al sueño y al tiempo ovalado

Grité y cerré el devenir
Del viaje en el desconcierto
De tu cuello desaparecido

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